Normalmente mis compañeros de trabajo me caen bien, son
gente maja. No tengo nada en su contra. Excepto cuando encargan una tarta por
mi cuarenta cumpleaños, me cantan cumpleaños feliz y me hacen soplar las velas
en medio de la oficina.
No era mi mejor día. Cuarenta años: el fin de una era, el comienzo de la
mediana edad. Divorciada, pasando las noches viendo películas con una manta en
el sofá… solo me faltaba comprarme un gato.
Hasta que mi amiga Ana me propone hacerme un perfil en una app de
citas. Será divertido, dice. Ya lo verás.
¿Qué podría salir mal?
Casi todo.
¿Qué podría salir bien?
Lo que menos esperaba.
Al final, quizás cumplir cuarenta años no era para tanto…
0 comentarios:
Publicar un comentario