Era veintitrés de diciembre por la noche, y allí estaba yo,
delante de la puerta de un club, con las orejas congeladas, rodeada de gente
vestida de fiesta.
El club se llamaba Poison y no había oído hablar de él en mi vida…
hasta dos días antes. Cuando me dijeron que Henry, mi prometido, era un cliente
habitual.
Vamos, que me estaba engañando.
Estaba nerviosa, mirando el letrero sobre la puerta, al gigante del portero,
pensando en darme la vuelta y largarme de allí.
Solo necesitaba entrar un momento, para comprobar si lo que me habían dicho de
mi prometido, Henry, era cierto o no.
A dos días para Navidad, no sabía si prefería saber la verdad o vivir en la
ignorancia…
Al final tomé aire, y me decidí a cruzar la calle y entrar al club.
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